2 feb 2011

Influencias y conexiones/2

DIY

Do It Yourself—Hágalo Ud. Mismo



Tanto Leo como yo venimos del punk de los 80. Sí, el punk es de los 70, pero floreció como movimiento artístico juvenil independiente en los 80. ¿Que pensabas que el rock tenía que ser más duro, más salvaje, más rápido, con menos florituras y orquestaciones? Aprendías a tocar 2, 3, 4 acordes, tus amigos hacían lo mismo, algún loco le pedía la batería a su hermano y ya tenías una banda. A partir de ahí, era cuestión de ingenio, de ganas, de ira, de lanzarse a ver mundo.

Las discográficas no querían tener nada que ver con esa basura hecha en casa, ese ruido. Así que surgieron montones de músicos, productores, técnicos y pequeños empresarios que montaron micro-discográficas. Algunas bandas te vendían un cassette con la tapa fotocopiada, reproducido en una consola casera. Otras tenían su primer EP y lo promovían con orgullo. En EEUU, donde yo vivía (y trabajaba en un galpón donde tocaban estas bandas de martes a domingo), las bandas salían de gira a la primera oportunidad. Sólo hacían falta las ganas y una camioneta. Con el dinero de las entradas y de los discos que vendían se pagaban la gasolina y la comida. No había para más. En cada ciudad en la que paraban, comparaban su agenda de contactos con las de otras bandas, con las de los amigos que iban haciendo. Así, con una llamada por teléfono, conseguían alojamiento en casa de alguien en la próxima ciudad y un recital en cualquier sitio de los muchos que había.




Los fanzines proliferaban con el mismo método. Se juntaban dos o tres; uno dibujaba, otro escribía, otro lo ordenaba todo (más o menos), luego se reproducía por fotocopias. Por un dólar tenías las últimas noticias de la movida punk local, comics, fotos, poemas, agenda de recitales, textos políticos, lo que fuera. Se imprimían camisetas. Se hacían las ilustraciones para los discos. Todo lo hacíamos nosotros mismos con presupuestos de risa.

Fue un movimiento hecho totalmente a pulmón, como dicen aquí. De ahí nos viene esta cosa del DIY.

Pienso en la fotógrafa Nan Goldin, más punk que ella no sé si hay. En Thomas Hirschhorn, con sus instalaciones a base de materiales cutres y la participación, alguna vez, de la gente del barrio.

Además, el viaje, a menos de que uno pague (o le paguen) los paquetes turísticos o la vida de lujo, siempre es DIY. La familia de 5 que se alquila un departamento para 3 en la playa va con el coche cargado hasta los dientes a algún sitio de la costa a pasar un par de semanas. La chica que ahorra lo que puede y, con sus amigas, carga la mochila para lanzarse a ver otras regiones. El chaval que se consigue un empleo de mierda en otro país simplemente para conocerlo. Hágalo Ud. Mismo, hágalo como pueda.

Casi todas las bandas punk que conocí han sido olvidadas. O eso pensaba yo hasta hace un par de semanas, cuando hablé con un chico de 21 años, un joven poeta que estudia en el San Francisco Art Institute, ¡y él sabía muchíííísimo más de esas bandas que yo! Y toda esa movida era su inspiración y su ejemplo. El ADN de aquel movimiento sigue circulando por la cultura.

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