31 mar 2011

Prejuicios/2: Crónica del primer día, figuras del segundo

El Conurbano no es gris, o no completamente. Y ni Sarandí, ni Avellaneda, ni lo que siguió hasta Bernal, son un terreno vacío, como una parte de mi cabeza imaginó antes de salir, como conté en el primer y apurado post prejuicioso. Apurado porque la bici-baño se estuvo armando hasta último momento y los fierros y los preparativos mínimos le ganaron tiempo a la crónica, el relato, a los dibujos. La idea, tal como la conté hace diez días, es sacar afuera el prejuicio para luego derribarlo; o confirmarlo, quizá. Lo importante es estar dispuesto a abandonarlo. Esa es nuestra actitud ética en esta expedición artística que es, también, una expedición antropológica -en el sentido más humanista del término, en la apuesta fuerte por conocer al otro y con el otro. Williams James decía: “un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios”. Aquí no se trata de eso, aunque no siempre es fácil desprenderse de aquéllos, ni todos aquí están participando del mismo juego. ¿Qué prejuicio tendría el fletero que llevó de madrugada a los expedicionarios platenses hasta Constitución, cargando bicis, mochilas y un baño móvil? ¿qué prejuicio –sobre nosotros, digo- tendrían las señoras que nos recibieron en la casa de María Tapia con aplausos y ganas de mostrar sus cuadros y esculturas? ¿qué imagen de nosotros se habrían hecho Ale, Naty, Cecilia y Leti, las chicas que con buenísima onda nos recibieron en la UNQ? ¿qué habrán pensado, a la pasada, toda las personas que nos vieron circular?

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Con la mayoría de ellos no hablamos. O se dieron diálogos que se guardan para reírse en la cena, como el del muchacho que me preguntó, en una de las paradas para meter mano en la bici de Leo:
-¿Qué llevan ahí?
-Cosas… Cosas para el viaje.
-¿Y a dónde van?
-A La Plata.
-¿Van a ver a U2?
Desde siempre, cuando Roger cuenta la idea de la expedición habla de la búsqueda de buenas conversaciones: salimos a la caza de encuentros valiosos, de un par de charlas que nos enriquezcan. ¿Cómo hacerlo? Para usar un término que circuló en este blog, ¿cómo habilitarlas? Planteo ahora el interrogante porque es lo que me moviliza esta segunda jornada, cuando ya le conocemos las mañas a las bicis pesadas y deberíamos pensar menos en las ruedas y los enganches, y más en los encuentros que vinimos a buscar.

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Ayer, además, estábamos muy cansados. Al final, la mayoría de los expedicionarios venimos de La Plata (o sea, vamos a casa), y para nosotros el día arrancó de noche, muy temprano, cuando nuestros compañeros de ruta todavía dormían (o no podían dormir, pensando en la expedición). Durante un par de horas recorrimos en un flete la distancia que nos separa de Buenos Aires, por el camino que usaban todos los automovilistas antes de que existiera la autopista, y donde está la parte cierta de nuestro imaginario gris: el camino sin árboles, con mucho corralón, parrillas al paso y hoteles derruidos, con carteles añejos, sin árboles y con el más puro smog. Distinto sería, más tarde, el camino lento de la expedición, que cuando se inmiscuye en los barrios encuentra verdes inesperados, otros colores, otras relaciones. Y otros estilos en las pintadas. Al prejuiciar el Conurbano gris, ¿quién podría imaginar la Saladita, esa laguna de agua dulce donde otrora volcó un tren de cargas que llevaba sal, ubicada ahí nomás de la casa de María Tapia?

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Rogelio, una de las personas que conocimos en Sarandí, lo llevó a Leo a conocerla (Dicho sea de paso, me quedé con ganas de charlar más con Rogelio. Con pocas palabras se podía adivinar que detrás de su simpleza de lugareño había una historia de militancia en los setenta, de exilio interno y quién sabe cuánto más). Ninguno de nosotros hubiera visto esa laguna sin él. Después, Rogelio subió a su bicicleta y nos guió hasta Domínico; porque hay que decirlo: es verdad que la logística nos sobrepasa; somos expedicionarios sin mapa; más de una vez fuimos dubitativos en el camino a seguir. A veces preguntamos, a veces probamos suerte y hasta una vez cometimos la aberración de poner el google maps por encima de la palabra del lugareño. Lo cierto es que el fletero que nos llevó de La Plata a Buenos Aires sabía más sobre nuestro camino que todos los expedicionarios.

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Es que nosotros estamos para otra cosa. Pero ¿para qué? No es una prueba deportiva, está claro, lejos estamos de eso. Me animaría a decir que Roger aprendió ayer a andar en bici usando cambios y cargando peso.
Como decía antes, aprender a hacer el camino que habíamos propuesto de la forma que nos propusimos, nos ocupó la cabeza todo el primer día. Fue una buena experiencia. Podríamos decir que empezamos a conocernos entre nosotros. El uso de las bicis fue promiscuo: nos pasábamos de unas a otras, nos empujamos unos a otros (El baño no fue utilizado como tal sino hasta la noche, en Bernal, en buena medida porque terminó funcionando de trailer para descargar el peso incalculado de las bicis de Roger y Leo, y de las mochilas de todos).
Por ahora siento que nos queda como deuda conocernos con los otros. Me quedó esa sensación después de pasar por lo de María, la primera parada, con una recibida rara, incómoda quizá, con mujeres del barrio que se dedican al arte (quizá hay, aquí, un prejuicio que todavía no fui capaz de derribar) que nos recibieron como si esperaran algo de nosotros, los artistas expedicionarios. Estuvimos poco tiempo. Bastante para la foto pero escaso para reconocernos. Hablando lenguas que por momentos se notaban distintas –y nadie se lleva gran cosa cuando habla portuñol y apenas un ratito (Un poco más tarde, antes de llegar a la UNQ, pasamos por la casa de Hilda Paz a saludar, y estuvimos en la puerta cinco minutos. Es cierto, estaba fuera de planes, pero fue una de nuestras conversaciones del día, y así fue).
Tenemos, entonces, otras preguntas. Deconstruir los prejuicios es necesario pero no suficiente. ¿Qué tipo de encuentro estamos propiciando? ¿Qué estamos habilitando con la expedición?

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Escribo casi de madrugada, en Bernal, donde todo el tiempo se escucha trabajar la fábrica papelera que está enfrente y los autos que pasan por la autopista. La universidad tiene poco que ver con la imagen que había preconcebido, la de un campo con tranquera y alambre, como una suerte de discontinuidad en el continuo del Conurbano (donde una localidad le sigue a otra y a otra y a otra sin separación). Seguirán, espero, las sorpresas. En un rato saldremos rumbo a la casa de Tito Ingenieri y más tarde hacia el Museo del Golf, en Berazategui. Mis preconceptos: imagino en Tito a un artesano, chatarrero, un artista autodidacta y defensor a ultranza del reciclaje, y también de la idea de que todos podemos hacerlo. En el Museo prefiguro una recibida con muy buena onda en un sitio que poco tiene que ver con nosotros. Un lugar hospitalario pero lejano conceptualmente, seguramente lleno de pelotitas y palos de golf, fotos de eventos de golf, y quizás hasta una cancha de golf. Pero esos son mis prejuicios. Voy con los ojos dispuestos a encontrar otra cosa, con la oreja preparada y con la pregunta inquietante acerca de qué estamos habilitando. Ojalá el tiempo ayude.

PD: Sigan la expedición y los "tuitsdetualet" en twitter! @lulitienetw

30 mar 2011

DIA 1: LA PARTIDA

Zina y el Toldo, probar la estructura final para ver cómo funciona
Fabi y las alforjas para los expedicionarios
La Grieta y una encomienda especial para los expedicionarios

Los LULI en los detalles finales del baño expedicionario
Salir de la Barraca, toda una odisea
Roger, Fabi y Leo
Pili, Dani (L), Dani (B), Roger, Leo y Chempes: listos para partir desde el corazón de Constitución rumbo a Sarandí (primera parada)



Una caravana delirante!!!!

(la señalética que LULI preparó para los expedicionarios)


BUEN VIAJE!!

Prejuicios/1: Primer día


Allá vamos!

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27 mar 2011

F I E S T A ! ! !



El viernes pasado celebramos la primer fiestaexpedicionaria en la Barraca. Una fiesta de despedida para los expedicionarios que partiremos el miércoles por la mañana, pero también un rito de iniciación.







Azu cedió su contratapadechicasmutantesintercambiables imprescindible para un largo viaje expedicionario









La M o s c a M u e r t a!


encuentro///

La fiesta fue el primer encuentro expedicionario. Por lo que me cuentan, fue todo un éxito. Lo digo así porque yo andaba de un lado para otro, vigilando la puerta, asegurándome de que la barra tuviera todo lo que necesitaba, que la gente que vino estuviera a gusto, saludando a unos, a otros, en fin: haciendo de anfitrión.

El éxito al que me refiero es que parece ser que la gente se puso a intercambiar ideas, que la fiesta no fue sólo una ocasión social, sino que hubo intercambio, conversaciones en torno a lo que nos ocupa, lo artístico. Y si es así, pues sí, no queda otra que decir que este fue un verdadero evento expedicionario.

Estábamos nerviosos. Era como una prueba de nuestras ideas. Ahora queda ver qué surge de todo esto: qué proyectos en conjunto, en manada, qué medioambiente vamos creando para el intercambio artístico y la producción de ideas. Eso el tiempo lo dirá, y espero que la gente que haga cosas a partir de estos encuentros, aunque no nos incluya a nosotros, sí que nos lo cuente. Pero no como resultado, como éxito nuestro, sino para ver qué podemos hacer nosotros para ayudar. No somos los jardineros de este medioambiente, pero sí que queremos vivir en él.

s o r t e o ///











26 mar 2011

Influencias y conexiones/6

Roger, Leo, compañeros expedicionarios: no es tarea fácil terminar la bicicleta después de la fiesta. También estoy cansada, como ustedes (por momentos, hasta afiebrada), y al mismo tiempo no dejo de pensar y preparar nuestro viaje, nuestra peregrinación.
Y en eso, no puedo dejar de traer esta cita... Con esas imágenes. Con esa música. Por momentos parece, ciertamente, un trailer a medida de la Expedición.
Entre las muchas derivas de la idea del baño móvil, en varias ocasiones vinieron a la mente las imágenes de esta película. Quería compartirla porque también es parte de nuestras influencias y conexiones. ¡Nos vemos muy pronto!

25 mar 2011

Comunicaciones internas/3

Leo,
Yo también estoy harto, estoy cansado. Y más después de mi ataque de pánico la semana pasada. Me decía: ¡Esto no va a salir! ¡Es imposible, no hay tiempo, no tenemos las fuerzas que hacen falta, la logística me sobrepasa! Me decía esas cosas tirado en la cama, incapaz de moverme. Luego me levantaba y trabajaba frenéticamente durante unas horas. Luego otra vez la postración. O me sentaba en la escalera de la Barraca a hacer listas: ¡Todo lo que queda por hacer, no vamos a llegar, no vamos a salir!

El martes, caminando tú y yo por el centro de Buenos Aires, me hablabas de un medioambiente. Este medioambiente mutante del que escribes aquí. Y yo pensaba: Leo lo entiende mejor que yo, ¡menos mal que alguien entiende algo! Mi fidelidad a la Expedición es una fidelidad a tus bicis, a tu taller móvil, como una fe ciega en que esos bichos pertenecen a una locura que queda lejos de lo que vemos habitualmente.

En el siglo XV, los poetas trabajaban junto a los artistas. Luego se dividen los gremios, todo el mundo quiere autonomía. Luego en el siglo XX encontramos otra vez a los poetas trabajando con los artistas. El trabajo del poeta, para mí, va unido al trabajo del artista. Porque estamos hablando de construir, de convertir el espacio y el tiempo en algo poético. En el medioambiente o tribu de los que hemos hablado un montón.

Siempre he colaborado con artistas. Ayer te contaba de El organismo del animal, una especie de performance que hice con Rubén Verdú en 1991. También tenía que ver con conexiones, con sacar del medio el individualismo para producir otras cosas. Que haya conexiones, construcciones: el artista como ser colectivo, como medioambiente, una marabunta creativa, hormigas que se sacrifican para construir un puente para que pase el resto de la tribu, hormiguero, masa social, biomasa, y si quieres, si te apetece llevarlo por ahí: cuerpo sin órganos. (La filosofía es una más de nuestras herramientas de trabajo).

Me encantó la forma que María y Miguel se unieron al trabajo. Ellos me hicieron pensar que el artista (en cualquiera de sus variedades) vive y transmite su energía precisamente en ese medioambiente. No tiene nada que ver con el individualismo trucho que el mercado nos exige. Zina me decía el otro día que una de las cosas que más le gusta de la Expedición es que resulta perfectamente invendible. ¿Quién va a comprar qué de esto que estamos armando? Dudo que haya cojones por ahí para comprar la Expedición, tan falta de fetiches, tan llena de sentidos.

Porque luego la tribu le da sus propios sentidos a la Expedición. El medioambiente que se produzca marcará por dónde vamos. Y cada persona que se una a la tribu vendrá con algo que aportar, algo que lo cambie todo. Mira lo que hacen LULI, que también están construyendo una bici que luego utilizarán para sus propios fines, para armar otro medioambiente en otro lado y otras circunstancias. Para ellas, la expedición es una línea de fuga hacia otro lugar. Y no es que se unan a nosotros, es que nos utilizan, somos una especie de lanzadera para otras cosas que quieren hacer. ¡Es genial! La Expedición es precisamente para eso.

A la gente de La Grieta también se les han disparado ideas, ganas de hacer. La gente del toldo. La gente del Galpón de Tolosa. Y muchos más. Bourriaud escribió un libro titulado Formas de vida. En él hablaba de la construcción artística de la vida, desde los dandies del siglo XIX hasta más o menos el presente. Y ahí hay una buena guía. Pero ya no estamos pensando en términos individuales, sino en eso que te ha dado por llamar medioambiente. En crear lugares y momentos para vivir a tope otra manera de vivir, de hacer eso que seguimos llamando arte y no importa cómo lo llamemos.

24 mar 2011

Una bici-baño

“A veces la picardía crioya es sólo desesperación, Mendieta”
(Inodoro Pereyra)


Estoy construyendo un baño para los expedicionarios. Un inodoro móvil. Una bici-baño, digamos. La idea surgió pensando en el viaje; en esos cinco días de peregrinación por un trayecto extraño, una ruta por conocer. ¿Qué pasa si tenemos ganas? ¿Hay estaciones de servicio o lugares públicos en todo el camino? No lo sé. Pero si de bicis raras se trata, ¿por qué no llevar un baño?

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Falta una semana para La Expedición: el tiempo apremia. El fin de semana pasado empezó a tomar forma la estructura. El inodoro está encargado por internet. Roger está preocupado por la viabilidad y pregunta si será un baño en serio. Y sí: va a ser un baño en serio (Uno de mis prejuicios, dicho sea de paso, es que no todos los expedicionarios se van a anotar para limpiarlo). En verdad, la idea original tiene mucho más que ver con la necesidad, que con Duchamp. Las necesidades físicas son importantes.
La bici-baño: un servicio para los expedicionarios ofrecido por LULI´s Services.

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La propuesta, por supuesto, tiene múltiples sentidos y muchas derivas. Podría citar a Oswald de Andrade y su manifiesto de 1928. De rehusarse a concebir el espíritu sin el cuerpo. De los desechos como aquello que nos iguala… Podría hablar de arte. Citar la mierda de artista de Piero Manzoni; la muestra a cielo abierto Chiottisimo en el boulevard de Bastilla y sus 46 miradas fotográficas sobre urinarios; el inmenso muro-cascada construido en China con 10.000 artículos sanitarios (Toilet waterfall), o incluso un excusado RAVE con luces de colores convertido en un fenómeno de Youtube… Podría recordar el falso baño público de Roberto Platé que generó un escándalo en tiempos de Onganía y anticipó el cierre del Di Tella. O hablar del pasado reciente de la protesta social y evocar los Mierdazos convocados por el grupo Etcétera. Podría.

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Es un servicio, ante todo; pero claro: una piensa muchas cosas cuando emprende el delirio de convertir una playera en un baño móvil. Y surgen muchas preguntas. ¿Cómo hacerla convivir con la propuesta comunicacional de una crónica de la expedición? El graffiti fue la respuesta a ese interrogante, y vino con una curiosidad histórica: el primer jefe de antropología que tuvo el Museo de La Plata -cuando la institución hacía "expediciones" a lo Darwin, rumbo a la Patagonia-, un alemán que a fines los ´20 se volvió a su país natal, publicó antaño (con seudónimo) un libro titulado “Textos eróticos del Río de La Plata”. ¡Una recopilación de graffitis realizada en baños públicos de Buenos Aires y La Plata a fines del siglo XIX! El texto se conoció acá muchas décadas después. Es uno de los primeros registros que se tiene de pintadas en baños públicos…
En el carrito preparado para la Expedición habrá un fibrón para escribir las paredes. Los mensajes se convertirán en tweets enviados al ciberespacio durante la expedición misma.

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Y así sucesivamente: muchas preguntas, muchas ideas, muchos sentidos. Se trata también, o sobre todo, de correrse del lugar. De socavar las identidades estáticas y los roles asignados. ¿Quién es LULI? ¿Qué es? ¿Qué hace? ¿Muralismo? ¿Diseño gráfico? ¿Programación web? A juzgar por la casilla de mail, sí: eso mismo. Llueven las convocatorias a pintar paredes y rediseñar webs. Pero se puede ser otra cosa. Y la expedición es una oportunidad para experimentarlo. LULI, cronista de viajes. LULI explora prejuicios. LULI va al Conurbano y no a pintar paredes. LULI construye un baño con rueditas.

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En la propuesta de la bici-baño estuvo un poco de todo, mixturado: la pregunta por las comodidades de los viajeros, el manifiesto antropófago, la provocación, lo político y hasta algún chiste simplón, como la idea de llamar al baño TiraManija. Un poco de picardía, un poco de exploración.
Quién sabe si la bici-baño llegará a la primera esquina. Y si llega La Plata, quién sabe a dónde irá después. Es probable que lo vean en una marcha, más que en un museo. Acaso sirviendo a las fiestas del Galpón de Tolosa. Porque tiene un aparato químico y funciona. Porque nació de pensar en necesidades biológicas y no en un retrete de porcelana firmado y bautizado fuente. Porque en el inodoro de Duchamp no se podía mear.

23 mar 2011

M/E!. Comunicaciones internas 2

M/E!. Comunicaciones internas 2, seguido de una historia de las bicis.


Desde hoy temprano, por la mañana, no dejo de pensar: estoy harto de esta maldita expedición! Roger, tal vez acuerdes conmigo: esto es una buena señal.

Es necesario hiperlinkear. Reconectar los textos subterráneos una vez mas. Hacer un hoyo en el tiempo y el espacio para que las cosas dispersas se pongan a trabajar juntas. Habilitar conexiones. Ponerlas en marcha. Hacer fiestas. Y yo tengo ganas hoy de encerrarme en una gruta. Solo. A pensar como dejar de pensar.

Basta.

Una vez más.

Déjalo ir.

¿Notaron esto que acaba de ocurrir? Los límites de la expedición son tan elásticos que pueden contener mi hartazgo. Escribiendo este post sobre el cansancio confirmo que la expedición puede incluirlo. Incluirlo para despedazarlo en un segundo y transformarlo en material. Si, así es, construir es destruir. O en todo caso remixar. Y toda forma precisa es un asesinato de otras versiones. Creo que la expedición es una paradoja: es una construcción precisa de una forma imprecisa. Esa es su poética y su potencia. Eso es lo que la transforma en una herramienta y en un medioambiente, siempre en expansión.

Este post también es una forma de, una vez mas, releer el blog que lo contiene. Linkeando hacia adentro y hacia fuera. Proponiendo rutas posibles; mi expedición dentro del blog de la expedición. Para ello necesito ir hacia atrás, cuando comencé a trabajar con las bicis mutantes.

Estaba con esta idea en la cabeza hace tiempo. Construir un dispositivo nómade y precario para realizar intervenciones sonoras y talleres en la calle. Un día Azu apareció con estas diminutas bicis. Un regalo hermoso. Comencé a hacer algunas maquetas y dibujos. Pensé en tres módulos: una cabina de control, uno de amplificación y otro que contendría motores modificados que operen como instrumentos. Estructuras de bicicletas recicladas, madera multilaminada, parlantes y cables, serían los materiales fundamentales. Las bicis deberían tener autonomía energética, así que pensamos en baterías 12 volts. Armé un proyecto, le puse un nombre (parasitophonía fue bautizado) y lo mandé al premio MAMbA de arte y nuevas tecnologías.

El proyecto recibió una mención honorífica. Pero cuando organizaron la muestra pidieron la construcción de un prototipo, así es que después de algunas negociaciones conseguí un presupuesto mínimo para comprar materiales y poder ponerme a trabajar.

Necesitábamos un taller grande. Gustavo y Lucas de a77 me ofrecieron trabajar en el taller que en ese momento compartían en el galpón Piedrabuenarte, en el barrio Piedrabuena, cerca de Lugano. Fue increíble trabajar ahí. Reciclamos algunas bicicletas que encontramos tiradas y con el prototipo a medio terminar salimos con Pepi y Luciano a dar unas vueltas entre los monoblocks y hacer un poco de ruido.

Ahora recuerdo viendo las primeras maquetas que ya estaba presente la idea del toldo, o al menos la de una cubierta provisoria adosada al taller móvil.

Debíamos subir todo a un flete y llevarlo a Fundación Telefónica. Fue muy raro después de un par de meses de trabajo en Piedrabuena montar las cosas en la sala de la fundación. Algo estaba en pausa. Como si encontráramos un mamut congelado. Indicios de vida freezada. Le pedí a Azu que tallara un revólver en jabón, para dejarlo cerca de la bici, por si necesitábamos usarlo contra los guardias de seguridad.

Con Javi y Flor de COSO construimos unos instrumentos reciclando maderas, pedazos de impresoras, piezas de ferretería y cuerdas rotas. Nos interesa el DIY. Construir nuestras herramientas con lo que tengamos a mano. También es importante la idea de precariedad: la inestabilidad como potencia vital, como capacidad de adaptación.

Estos instrumentos fueron adosados a la cabina de la bici cuando desmontamos la muestra en telefónica. Con COSO y los nerdbots realizamos una recorrida por la ciudad escaneando redes inalámbricas que hacían sonar los instrumontruos a medida que avanzábamos por las calles.

Llegamos hasta Parque Patricios. La bici durmió unos días en el Chela, hasta que volvimos a subir todo a un flete para llevarla al CCEBA de San Telmo y montar una instalación con Camilo y Gabriel de nerdbots.

Algo nos detonó la cabeza en el contexto de esta muestra que reunía obras producidas en el medialab del CCEBA. A mí particularmente lo que mas me emociona de las muestras de arte tecnológico es ver como todo se cae a pedazos: las computadoras tildadas suelen rehusarse al espectáculo de la interactividad. De la experiencia de esta muestra surgió el texto CALIDAD NO! PURA INTENSIDAD.

Cuando desmontamos ahí llevamos todo a la Barraca Vorticista, en el barrio de Constitución, a la vuelta de la casa en donde vivo. Gracias a Fernando que cedió las salas como provisorio taller, esta es ahora nuestra base de operaciones, nuestro espacio de trabajo para readaptar las bicis a las necesidades del viaje que haremos a fin de mes.

María Tapia trajo su soldadora, herramientas y su increíble capacidad de trabajo y pensamiento. María y Miguel Sendón fueron los que le dieron forma a esta etapa de mutación de las bicis. Recortar, pegar, montar, remixar a escala uno en uno, nada de dibujos o planos, reutilización pura y dura. Esto nos enseñan quienes están acostumbrados a pensar y construir desde el trabajo.

En nuestro primer recorrido de prueba en bicicleta hasta Quilmes pasamos cerca de la casa de María sin saberlo. Ella vive en Sarandí. Y es la primera parada propuesta en la Expedición. Llegaremos el miércoles 30 al mediodía. Para seguir luego bordeando las vías hasta la Universidad de Quilmes, donde acamparemos para pasar la noche. Miguel Sendón es integrante de La Grieta en La Plata. Llegaremos al galpón de encomiendas que transformaron en centro cultural el domingo 3 de abril, si todo sale bien. Esta será la última parada de la expedición en esta etapa.

Roger! Toda forma precisa es un asesinato de otras versiones (esto es Carl Einstein). Tal vez por eso es necesario perder la cordura cada vez que nos acercamos a momentos de formalización concretos, específicos: el pánico del actor frente a un estreno, frente a una muestra o una expedición, lo mismo da. No es pánico ni nada parecido, es enloquecer un poco para convertirnos en asesinos de todo lo que no ocurrirá para hacer que ocurra lo que estamos haciendo. Pero la expedición es energía en expansión, fuerza centrífuga: nos expulsa y nos atrae en simultáneo hacia sus centros móviles. Después de escribir esta historia de las bicis me doy cuenta que la expedición comenzó hace tiempo ya. La expedición es una construcción precisa de una forma imprecisa y es, sin más, la voluntad de inventar tribus. Inventarnos un medioambiente mutante. Roger, hagamos esa fiesta ya!