Desde hoy temprano, por la mañana, no dejo de pensar: estoy harto de esta maldita expedición! Roger, tal vez acuerdes conmigo: esto es una buena señal.
Es necesario hiperlinkear. Reconectar los textos subterráneos una vez mas. Hacer un hoyo en el tiempo y el espacio para que las cosas dispersas se pongan a trabajar juntas. Habilitar conexiones. Ponerlas en marcha. Hacer fiestas. Y yo tengo ganas hoy de encerrarme en una gruta. Solo. A pensar como dejar de pensar.
Basta.
Una vez más.
Déjalo ir.
¿Notaron esto que acaba de ocurrir? Los límites de la expedición son tan elásticos que pueden contener mi hartazgo. Escribiendo este post sobre el cansancio confirmo que la expedición puede incluirlo. Incluirlo para despedazarlo en un segundo y transformarlo en material. Si, así es, construir es destruir. O en todo caso remixar. Y toda forma precisa es un asesinato de otras versiones. Creo que la expedición es una paradoja: es una construcción precisa de una forma imprecisa. Esa es su poética y su potencia. Eso es lo que la transforma en una herramienta y en un medioambiente, siempre en expansión.
Este post también es una forma de, una vez mas, releer el blog que lo contiene. Linkeando hacia adentro y hacia fuera. Proponiendo rutas posibles; mi expedición dentro del blog de la expedición. Para ello necesito ir hacia atrás, cuando comencé a trabajar con las bicis mutantes.
Estaba con esta idea en la cabeza hace tiempo. Construir un dispositivo nómade y precario para realizar intervenciones sonoras y talleres en la calle. Un día Azu apareció con estas diminutas bicis. Un regalo hermoso. Comencé a hacer algunas maquetas y dibujos. Pensé en tres módulos: una cabina de control, uno de amplificación y otro que contendría motores modificados que operen como instrumentos. Estructuras de bicicletas recicladas, madera multilaminada, parlantes y cables, serían los materiales fundamentales. Las bicis deberían tener autonomía energética, así que pensamos en baterías 12 volts. Armé un proyecto, le puse un nombre (parasitophonía fue bautizado) y lo mandé al premio MAMbA de arte y nuevas tecnologías.
El proyecto recibió una mención honorífica. Pero cuando organizaron la muestra pidieron la construcción de un prototipo, así es que después de algunas negociaciones conseguí un presupuesto mínimo para comprar materiales y poder ponerme a trabajar.
Necesitábamos un taller grande. Gustavo y Lucas de a77 me ofrecieron trabajar en el taller que en ese momento compartían en el galpón Piedrabuenarte, en el barrio Piedrabuena, cerca de Lugano. Fue increíble trabajar ahí. Reciclamos algunas bicicletas que encontramos tiradas y con el prototipo a medio terminar salimos con Pepi y Luciano a dar unas vueltas entre los monoblocks y hacer un poco de ruido.
Ahora recuerdo viendo las primeras maquetas que ya estaba presente la idea del toldo, o al menos la de una cubierta provisoria adosada al taller móvil.
Debíamos subir todo a un flete y llevarlo a Fundación Telefónica. Fue muy raro después de un par de meses de trabajo en Piedrabuena montar las cosas en la sala de la fundación. Algo estaba en pausa. Como si encontráramos un mamut congelado. Indicios de vida freezada. Le pedí a Azu que tallara un revólver en jabón, para dejarlo cerca de la bici, por si necesitábamos usarlo contra los guardias de seguridad.
Con Javi y Flor de COSO construimos unos instrumentos reciclando maderas, pedazos de impresoras, piezas de ferretería y cuerdas rotas. Nos interesa el DIY. Construir nuestras herramientas con lo que tengamos a mano. También es importante la idea de precariedad: la inestabilidad como potencia vital, como capacidad de adaptación.
Estos instrumentos fueron adosados a la cabina de la bici cuando desmontamos la muestra en telefónica. Con COSO y los nerdbots realizamos una recorrida por la ciudad escaneando redes inalámbricas que hacían sonar los instrumontruos a medida que avanzábamos por las calles.
Llegamos hasta Parque Patricios. La bici durmió unos días en el Chela, hasta que volvimos a subir todo a un flete para llevarla al CCEBA de San Telmo y montar una instalación con Camilo y Gabriel de nerdbots.
Algo nos detonó la cabeza en el contexto de esta muestra que reunía obras producidas en el medialab del CCEBA. A mí particularmente lo que mas me emociona de las muestras de arte tecnológico es ver como todo se cae a pedazos: las computadoras tildadas suelen rehusarse al espectáculo de la interactividad. De la experiencia de esta muestra surgió el texto CALIDAD NO! PURA INTENSIDAD.
Cuando desmontamos ahí llevamos todo a la Barraca Vorticista, en el barrio de Constitución, a la vuelta de la casa en donde vivo. Gracias a Fernando que cedió las salas como provisorio taller, esta es ahora nuestra base de operaciones, nuestro espacio de trabajo para readaptar las bicis a las necesidades del viaje que haremos a fin de mes.
María Tapia trajo su soldadora, herramientas y su increíble capacidad de trabajo y pensamiento. María y Miguel Sendón fueron los que le dieron forma a esta etapa de mutación de las bicis. Recortar, pegar, montar, remixar a escala uno en uno, nada de dibujos o planos, reutilización pura y dura. Esto nos enseñan quienes están acostumbrados a pensar y construir desde el trabajo.
En nuestro primer recorrido de prueba en bicicleta hasta Quilmes pasamos cerca de la casa de María sin saberlo. Ella vive en Sarandí. Y es la primera parada propuesta en
Roger! Toda forma precisa es un asesinato de otras versiones (esto es Carl Einstein). Tal vez por eso es necesario perder la cordura cada vez que nos acercamos a momentos de formalización concretos, específicos: el pánico del actor frente a un estreno, frente a una muestra o una expedición, lo mismo da. No es pánico ni nada parecido, es enloquecer un poco para convertirnos en asesinos de todo lo que no ocurrirá para hacer que ocurra lo que estamos haciendo. Pero la expedición es energía en expansión, fuerza centrífuga: nos expulsa y nos atrae en simultáneo hacia sus centros móviles. Después de escribir esta historia de las bicis me doy cuenta que la expedición comenzó hace tiempo ya. La expedición es una construcción precisa de una forma imprecisa y es, sin más, la voluntad de inventar tribus. Inventarnos un medioambiente mutante. Roger, hagamos esa fiesta ya!
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